lunes, 11 de enero de 2016

Cómo frenar esta problemática

El problema es que los “corridos prohibidos” o los narcocorridos, tienen licencia para ser escuchados en los hogares, y si no, los vecinos obligan a que sean escuchados, o incluso en los camiones urbanos del servicio público todos, no solo niños y jóvenes, están expuestos a escucharlos.
Y a decir de los jóvenes o los niños, les terminan gustando las tonadas y además porque dicen cosas “muy perronas”.
Expertos atribuyen los patrones de conducta negativos en los menores como algo que tiene su origen en lo que ven en casa. Y aunque no hay prueba científica de que los niños terminen influenciados, los hechos demuestran que al menos le queda bien grabado el mensaje de lo que se pregona en las canciones y eso es una posibilidad de influencia.
La Iglesia católica por su parte, a través de la Diócesis de Culiacán, ha hecho pública su preocupación por el tema ya que considera necesario hacer algo por frenar la cultura de la muerte.
Para el clero, los narcocorridos deforman la mentalidad de los jóvenes pues los lleva a asimilar el modelo de vida del delincuente.



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